martes, 24 de julio de 2012
El Demonio del Tiempo.
El tiempo pone a cada uno en su sitio. Esta es probablemente una de las frases hechas más repetidas por todos. Es sencillo. Cada tanto, pasamos por momentos duros, y los vivimos con la esperanza de que con el transcurso del tiempo esas penurias pasarán a ser alegrías, y que aquellos (cuando los hubiere) culpables de nuestra desdicha serán castigados, de una manera o de otra.
El tiempo es un muro de aire que erosiona todo aquello que no posee la suficiente fuerza como para atravesarlo. Promesas, anhelos, sentimientos, ilusiones, esfuerzos. Es despiadado, porque no tiene respeto por nada. Ni siquiera por aquello que apreciamos más.
La vida.
El tiempo es traicionero. Durante tus primeros veinte años te hace creer que dispones de él todo lo que quieras. Y entonces, sin que te des cuenta, te arrebata aquello que deseabas no perder nunca, la juventud. Es cierto que por un módico precio te permite ser joven para siempre. Y si no, que se lo pregunten a Kurt Cobain.
Toda mi vida ha sido una guerra contra el tiempo. En ocasiones por la angustia de querer abarcar demasiadas cosas en un período muy corto. En otras, simplemente por hacer única y exclusivamente las que me apetecen, como me apetecen y cuando me apetecen. Una lucha contra el hecho de que todo en mi día a día se basa en las pautas marcadas por su tiranía. Una guerra angustiosa y sin cuartel, que soy consciente perderé en algún momento, pero que pienso seguir librando.
En ocasiones sueño con la inmortalidad y en cómo ese Don podría permitirme vivir varias vidas, ejercer multitud de profesiones, desarrollar todas y cada una de las prácticas (artísticas, físicas, o deportivas) que se han creado y que faltan por crear. Pero el tiempo nunca dejará que sea inmortal. Porque es un muro de aire que lo erosiona todo, y tarde o temprano acabará por erosionar mis deseos, mi fuerza de voluntad, mi memoria, mis capacidades, mi ritmo cardíaco, mi piel, mis huesos, mis cenizas. El tiempo hará desaparecer a las personas que amo, y a las que algún día me conocieron.
Y, por mucho que me empeñe en crear obras con la intención de que perduren...
el tiempo...
erosionará...
mi recuerdo...
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