jueves, 16 de agosto de 2012

Oda al Fútbol 1 (La Liga)


El fútbol no es un deporte. Es un modo de vida. Para bien o para mal, podemos decir que gran parte de nuestra sociedad, sobre todo la masculina, está supeditada a su tiranía. No se trata sólo del ansia fundamentalista que te inunda las venas cuando juega tu equipo predilecto, que también, sino de todo lo que hemos construido alrededor de él.

No descubro nada si digo que hay multitud de empresas comerciales que deben su sustento, y en algunos casos, su razón de ser, al fútbol. Restaurantes, Destiladoras de Cerveza, Canales de Televisión, tiendas deportivas, casas de apuestas, Fabricantes de Televisores, etc... Todas deben su estatus económico a la mezcla del fútbol con un sentimiento que es único y exclusivo de ese animal social que es el hombre: La Amistad.

Si tuviera que compilar una antología de los mejores momentos que he vivido con mis amigos, les puedo asegurar que en un hipotético Top 10, como mínimo tres de ellos estarían relacionados directamente con acontecimientos futbolísticos importantes. Y otros tres o cuatro más, no tendrían que ver directamente con el fútbol, pero sí con algún partido que ejercía de Mcguffin para historias que contaríamos al día siguiente (no sin cierta resaca), y que yo, personalmente, recordaré toda mi vida.

Eso si estaba en Madrid, donde pasé nada menos que once años de mi vida, y donde espero volver algún día. Pero si estaba aquí, en casa (Tenerife), siempre, siempre, siempre, vivía (y vivo) esos momentos con mi padre, por lo que también tengo muchos grandes recuerdos familiares relacionados con el deporte rey.

Lo que realmente nos apasiona del fútbol no es el deporte en sí. Ni siquiera el resultado. Bueno, corrijo, a lo largo de mi vida he conocido a gente realmente fanática, a la que, (por ejemplo) el mero hecho de que Míchel Salgado estuviera lesionado (y que no hubiera nadie en la plantilla del Madrid para cubrir el puesto de Lateral Derecho en esa jornada), podía provocarle graves problemas de insomnio. Sin entrar a juzgar las pasiones de este hombre (yo podría enumerar algunas burradas que he hecho por ver una película que tampoco serían entendidas para el resto de los mortales, así que no soy quién para criticar), diré que, para la mayoría de los que amamos este deporte, se trata de la liturgia que hay alrededor. Ya sea sentado en la barra de un bar, o en el sofá de tu casa, solo, o mejor acompañado. El vaso de birra fresquita en la mano ("el fútbol sin cerveza, es mierda", lo resumió un día mi querido amigo Juanma), El comentar la más mínima chorrada que tenga (o no) que ver con el partido...

Echarse unas risas.

Durante dos horas puedes decir que eso es lo que estás haciendo: Ver un partido de fútbol, con todo lo que conlleva. Y haces un hueco en tu agenda semanal, sabiendo que al menos dos horas de tu semana irán dedicadas a juntarte con tus amigos a ver el partido de tu equipo, o ni siquiera eso (cuántos partidos del Atlético de Madrid me tragué sólo para tener la excusa de tomar unas cervezas con el ya mencionado Juanma, o cuántos se tragó él del Real Madrid por la misma razón).

Todo esto se magnifica cuando hablamos de acontecimientos internacionales, como una Eurocopa, o un Mundial, pero lo que realmente es el pan de cada día de todos los futboleros es La Liga.

La Liga Española, en concreto, que desde hace años presume de ser una de las mejores del mundo (aunque últimamente esté contaminada del bipartidismo que tanto nos gusta en este país, en todos los ámbitos), es un hervidero de pasiones como no hay otro. Ya dijo Capello una vez que no había vivido en ningún sitio en donde el fútbol se siguiera de forma tan obsesiva como en España. Se llega hasta el límite de que, aunque todos somos o del Madrid o del Barça, luego también animamos al equipo de nuestro lugar de origen. ¿Existe algo más obsesivo, o incluso esquizofrénico? Yo, que soy Madridista, recuerdo con sufrimiento las dos Ligas que el Madrid perdió en Tenerife, pero al mismo tiempo con la nostalgia de una época dorada del C.D. Tenerife, que difícilmente volveremos a ver sus aficionados. Además, cada vez que el Madrid goleaba al equipo de mi isla sufría por ellos, aunque el resultado fuera bueno para el club que adoro.

La situación es peor cuando tu "otro" equipo juega en Segunda División, o en Segunda B, o incluso en Tercera; porque si te quieres enterar de los resultados del mismo, tienes que buscar en la última esquina de la página central del periódico, o en alguna pestaña perdida por la pantalla del ordenador. Eso requiere algo de constancia, y la constancia es prima hermana de la obsesión.

Si un Mundial o una Eurocopa son como campamentos de verano que duran un suspiro, la Liga es un día a día, un maratón. Pero no un maratón cualquiera, sino uno salvaje, con un continuo intercambio de golpes entre los corredores. La carrera de la Liga es un todos contra todos bestial en el que sólo puede quedar uno. Conforme avanza, muchos se van quedando en el camino, dejando que unos pocos, casi siempre dos, lleguen al final, a puñetazo limpio. Siempre llega ese momento en el que uno de los dos acaba por ceder. Unas veces se rinde pronto, otras aguanta hasta el último suspiro. Pero siempre gana uno. En ocasiones el que tiene todas las de perder, golpea con fuerza a su destino, y le roba la victoria al rival. Y por debajo, los que han quedado atrás libran sus propias guerrillas: Unos por clasificarse para competiciones Europeas de mayor o menor nivel, y otros por no caerse del barco de la Primera División.

Y de la trama principal en ese largo culebrón que es la Liga, veremos surgir poderosas subtramas: Goles legendarios, jugadas de escándalo, polémicas, ruedas de prensa calientes (y no, no es una peli porno), árbitros, hazañas, derrotas inesperadas, goleadas, remontadas, espaldinhas, dedos en el ojo, cucarachas, paradas de Iker, Leo Messi, Cristiano Ronaldo, y mucho, mucho más.

A partir de este Sábado, y durante las 38 jornadas que dura la Liga (que no terminará dentro de 38 semanas porque hay períodos de vacaciones, amén de partidos coñazos de Selecciones que no se juegan nada, o que en el mejor de los casos lo hacen contra Islas Feroe), estaremos pendientes del televisor, y de las redes (sociales, sobre todo), para ser testigos de cómo se desarrolla. Las rivalidades irán adoptando matices cruentos conforme vaya avanzando, y crueles en el momento que finalice, ya que los vencedores harán chanzas de los perdedores. Unos dirán que los otros no saben perder, y los otros dirán que los unos no saben ganar. Y se tomarán una cerveza juntos. Hasta la próxima Liga.


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